La perseverancia en el despertar del corazón

La perseverancia en el despertar del corazón

Los dos nombres de las secciones del Tabernáculo-“Trumá” y “Tetzavé”- aluden a dos fases importantes en el servicio de Dios: en principio es imprescindible el despertar del corazón. La donación. Luego de que el hombre se ofreció y aceptó voluntariamente, debe acatar la orden y estar a la altura del compromiso a lo largo del tiempo.

 

Dos secciones abordan la construcción del Tabernáculo: Trumá y Tetzavé. Los dos nombres son opuestos uno al otro: Trumá alude a la condición voluntaria, mientras que Tetzavé expresa un deber. Al final de la sección Trumá, termina el orden de la construcción del Tabernáculo. De aquí en adelante la Torá se ocupa de los Cohanim, asignados para su servicio-no en el orden del servicio propiamente dicho, que es la temática del libro Vaikra, sino que aborda la capacitación de los Cohanim para su servicio, tanto desde la preparación de las vestimentas, y desde el aspecto de su consagración para el servicio.

Vemos pues, que en la sección de “Trumá’ es destacada la construcción, y en la sección de “Tetzavé”-la preparación para el servicio en el Templo. Hay una diferencia muy significativa entre la construcción y el servicio. La primera construcción del Tabernáculo y sus utensilios es un evento excepcional. La preparación excepcional es un evento emocionante. Como en todo emprendimiento importante de construcción, es relativamente fácil conseguir donantes. Y efectivamente, el pueblo donó en forma dadivosa  hasta que fue propagado en el campamento el mensaje “y se abstuvo el pueblo de traer” (Capítulo 36, versículo 6).

 

No es así en el caso del servicio del Tabernáculo. El servicio requiere perseverancia, constancia, y ya no tiene ese primer entusiasmo. Hay en ese servicio una dimensión de rutina, que a veces lo hace tedioso y relajante. Mientras que a fines de la construcción se debía apoyar en el voluntariado, he aquí que en el continuo servicio del Tabernáculo no era posible apoyarse en ello. Ya que en caso que cesara el entusiasmo y el voluntariado, el Tabernáculo quedará desierto, despreciado, y hubiera sido preferible que no fuera construido. Es por ello que la Torá no deja el encendido de las velas, supeditado a la buena voluntad, sino que la impone como un precepto permanente.

 

En toda cuestión relacionada con el servicio a Dios hay dos fases como esas. Primero es imprescindible el despertar del corazón. La donación. Sin esa primera donación no es posible que la persona asuma el yugo de los preceptos, o cualquier otra acción. No obstante, luego de que el hombre se ofreció y aceptó voluntariamente, debe acatar  la orden y estar a la altura del compromiso a lo largo del tiempo. La primera llama del entusiasmo  requiere de un suministro constante de energía, y ésta no es hallada en todo momento, y por supuesto que no es hallada con el mismo nivel de intensidad. Por ello, en esta fase debe figurar una orden que compromete, que le provoque a la persona afrontar todas las consignas que asumió en momentos del primer entusiasmo.
 

Rab Profesor Yehuda Brandes: graduado de Yeshivat “HaKotel” y recibió la ordenación rabínica del Gran Rabinato de Israel. Tiene un Doctorado en Talmud, recibido de la Universidad Hebrea de Jerusalén en 2003. Ha dirigido “Beit Morasha”, el Centro de Estudios Judaicos Avanzados y Liderazgo en Jerusalén, entre 1998 y 2014. Preside Herzog College desde el 2014, fue uno de los fundadores de la “Escuela Maalé de Televisión, Cine y las Artes”.

 

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