La responsabilidad del hombre por sus bienes y acciones

La responsabilidad del hombre por sus bienes y acciones

La fe en la providencia Divina y en el acompañamiento permanente por parte de Dios al mundo, no representa una excusa para que el hombre se desentienda de su responsabilidad. El hombre debe asumir la responsabilidad por su vida, sus acciones y sus bienes.

Los casos de daños y perjuicios que figuran en la seccion de “Mishpatim” señalan un fundamento halajico simple y sutil-el hombre es responsable. Es responsable de que su toro y su burro no provoquen dato alguno, él es responsable del fuego originado en su campo, es responsable de que sus animales no corneen; y principalmente- es responsable de sus propios actos: el hombre es reincidente por siempre. Este es el principio fundamental de la Halaja.

Cuando dicho principio basico es trasladado al detalle pormenorizado de los hechos (actos) encontramos diversas controversias en las leyes. Bien sabemos que a pesar de su responsabilidad por el dano provocado por sus animales él no es responsable si es que ellos pastan en la vía pública ni tampoco por las consecuencias de su paso por la via publica. Esta exención es explicada de diferentes formas, no obstante no hay discusion sobre la ley propiamente dicha; sabemos que en el momento en que paga por los daños ocasionados por el fuego está exento de abonar por lo “oculto”; también hay excepciones para el principio conocido de que el hombre es reincidente por siempre-ya sea se trate de utensilios que fueron colocados a su lado cuando ya se encontraba durmiendo, y los daña sin su conocimiento previo, o se trate de aquello que sostienen los Rishonim  (Sabios del pueblo de Israel entre el siglo XI-XV EC) señalando que en “una situación forzada similar a un robo” la persona no es responsable, y otros. No obstante, todos los detalles de estas leyes no desdibujan el hecho básico que según la Halajá el hombre es responsable. El círculo de su responsabilidad comienza a partir de sus propios actos, y se extiende también a la responsabilidad como consecuencia de sus desaciertos, la negligencia en el cuidado de su patrimonio y efectos secundarios de actos realizados por él en el pasado.

El idioma de la responsabilidad en nuestro mundo se torna extraño.  El hecho se pone de manifiesto, primero y principal en el liderazgo. Se debe recordar que asumir la responsabilidad no solo significa presentar la renuncia cuando el objetivo no fue plenamente logrado. Responsabilidad quiere decir asumir una actitud responsable desde el principio-la voluntad de renunciar a los egos personales en beneficio de un objetivo significativo; dedicar la mayor parte de los esfuerzos emocionales y practicos para cumplir con la tarea encomendada, la construcción de sistemas diseñados para evitar el deslizamiento por la pendiente resbaladiza del libertinaje y de la cultura del “confía”, y la disposicion de una critica constante.

La eliminación de la carga de responsabilidad penetra también en el lenguaje religioso. Expresiones como “todo proviene del cielo” o “todo inconveniente es para bien” se concretan de un modo inadecuado. Estas expresiones son percibidas por aquellos que las utilizan como profundas expresiones de fe-no es el hombre el responsable de sus actos y consecuencias sino el Cielo. Por consiguiente, erróneamente las personas consideran que si llegan tarde al autobús “es del Cielo” mientras que la conclusión adecuada y la correcta reparación sería la de levantarse mañana cinco minutos más temprano y no llegar con demora; y si hay algo sumamente deseado que no es alcanzado, la reacción acertada no comienza con las palabras “ todo inconveniente es para bien”, sino en cuestionarse qué es lo que hubiéramos podido hacer para alcanzar dicho objetivo.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul"

 

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