Kohelet intenta responder a la cuestión de que “al justo no le va bien y el malvado prospera”, y concilia con su capacidad limitada: hay cosas que la persona no puede comprender.
Kohelet no especifica la pregunta, y pasa inmediatamente a una serie de respuestas. Primero determinó que se trata de una pregunta absurda e intenta responder a la misma:
“Y encomié yo la alegría porque no hay mejor para el hombre -bajo el sol- que comer y beber y alegrarse” (Versículo 15).
Kohelet plantea una problemática conocida: al justo le va mal y el malvado prospera. Pero Kohelet aborda la cuestión planteada en dos frases, y las mismas, le otorgan a la temática otra dimensión:
“Hay absurdidad que se hace sobre la tierra.
Porque hay justos a quienes les alcanza, cual acción de los impíos
mientras que hay impíos a quienes les alcanza, cual acción de los justos
-pensé que también esto es absurdo” (Versículo 14)
Primera solución: el escape hacia el mundo de los placeres. Come, bebe y alégrate. Adopta una filosofía hedonista. ¿Acaso esta opción calma a la persona? ¿Acaso el mundo de los placeres resuelve los problemas existenciales? Kohelet continúa describiendo lo que le aconteció tras la decisión de comer, beber y alegrarse:
“Cuando dirigí a mi corazón para conocer sapiencia
y para observar el quehacer, lo que se hace sobre la tierra:
pues tampoco de día ni de noche, sueño en sus ojos no ve” (Versículo 16).
El hombre que elogia la alegría, muy rápidamente llega al estado en el cual tanto de día como de noche no ve el sueño. El amante de los placeres está preocupado. No puede dormir. No puede alegrarse, cuando su entorno es injusto, un mundo en el cual los malvados reciben recompensa, como si fueran justos. Y se escapa al otro refugio, para conciliar con la falta de conocimiento, con el escepticismo:
“pues no podrá el hombre hallar la acción: que se hace bajo el sol,
por causa que se esfuerza el hombre para buscar y no ha de hallar;
y aunque diga el sabio: ¡saber! no podrá hallar” (Versículo 17)
En esta ocasión, Kohelet piensa en términos del sabio. No del hedonista. Y el sabio le susurra al oído: no hay solución para el interrogante. La persona no puede hallar el sentido de lo que se hace bajo el sol. No vale la pena el esfuerzo.
Y Kohelet concilia con la respuesta o con esta falta de respuesta. La persona es limitada. No comprendemos el mundo y sus leyes. La persona alcanza su máximo nivel de capacidad, y reconoce sus limitaciones.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza sitio DAAT.