El evento del encuentro entre el comandante del ejército del Eterno con Yehoshua incluye también la orden de rodear a Ierijó con los Shofarot, y recuerda el episodio de la zarza ardiente que no se consume y el evento en el monte Sinai. A partir de este momento, la redención no es realizada solamente por Dios sino que es también responsabilidad de los hijos de Israel.
El comandante del ejército del Eterno es un ángel. La expresión “con su espada empuñada en su mano” (Versículo 13) es citada en el Tanaj en alusión a los ángeles.
Yehoshua no comprende con qué finalidad viene un ángel a su encuentro, y la respuesta es: “yo soy el comandante del ejército del Eterno, en este momento he llegado… Quítate el calzado de tus pies… Y dijo el Eterno a Yehoshua: Mira, he entregado en tu mano a Ierijó…y rodearán la ciudad” (Capítulo 5, versículo 14-capítulo 6, versículo 3) o sea: nosotros salimos a la batalla, tu función es la de rodear Ierijó.
La orden de la guerra contra Ierijó (inicio del capítulo 6), es la continuidad del relato alusivo al comandante del ejército del Eterno (final del capítulo 5). En sitios numerosos encontramos que Dios se dirige a las personas por medio de un ángel. También aquí, “Y le dijo Dios a Yehoshua” (Capítulo 6, versículo 2) fue a través del ángel, el comandante del ejército del Eterno. Incluso en el episodio de la zarza ardiente Dios se le reveló a Moshé por medio de un ángel.
“Quítate el calzado de tus pies” (Versículo 15)-esta expresión es similar a la que le fuera dicha a Moshé en el episodio de la zarza ardiente (Shemot capítulo 3). La semejanza entre el episodio de la zarza que Moshé experimentó en Joreb y el episodio que Yehoshua experimentó en Ierijó indica que la divinidad ya no mora en el monte Sinai. Ella mora aquí en la tierra, y la misión actual requiere quitarse el calzado, como en la zarza.
La diferencia está en que ahora la misión recae sobre los hombros de los hijos de Israel. La redención no se halla en manos de Dios y su enviado, sino que los hijos de Israel deben actuar en pos de ella. Así como en la tierra ya no cae el Maná, y los hijos de Israel comen de la cosecha de la tierra, así también la conquista de la tierra recae sobre los hijos de Israel.
Como en el episodio del monte Sinai, habrá sonidos de Shofar. Pero en esta ocasión-no hay voces celestiales, sino que son los hijos de Israel los que están a cargo de ellas. El rol es trasladado al pueblo.