· “No prestarás (o pedirás) a tu hermano a interés, ya sea sobre dinero, sobre comida o sobre cualquier otra cosa que suele prestarse a interés. A un extranjero podrás prestarle (o pedirle) a interés, pero a tu hermano no, a fin de que te bendiga el Eterno tu D-s, en todo cuanto hagan tus manos sobre la tierra que vas a heredar.”
(Deuteronomio 23,20 )
Pregunta: Si consideramos que prestar con interés es algo inmoral y rechazable, ¿cómo es que la Torá permite hacer esto con un no judío?. Y si, por el contrario, prestar con interés es considerado algo natural y común en la sociedad, ¿por qué lo prohibió la Torá para los judíos? (y la prohibición rige aún cuando el que pide prestado acepta pagar intereses).
Respuesta:
Para esta difícil pregunta Abarbanel propone las siguientes respuestas:
El “extranjero” al que se refiere el Texto no es cualquier gentil sino solamente aquél perteneciente a los siete pueblos que habría de conquistar el pueblo de Israel en su próxima entrada, porque es improcedente actuar con bondad hacia gente enemiga que ponen obstáculos frente a Israel en cada oportunidad. De allí que la ley de no prestar con interés si extiende también a cualquier no judío (exceptuando estos 7 pueblos que “casualmente” hoy ya no existen).
Aún si aceptáramos el carácter inmoral del préstamo a interés, y que el “extranjero” de que habla la Torá fuera todo no judío, aún nos estaría hablando la Torá más de prestar que de pedir prestado. O sea que, si un judío necesita dinero y sólo a cambio de comprometer el pago de intereses lo pudiera conseguir, estaría autorizado a pedir prestado de ese modo de un no judío (aquí Abarbanel traduce la palabra TASHIJ por pedir prestado, excluyendo la acción de prestar).
Esta última respuesta está basada en la idea que el prestamismo y los intereses no son algo sucio ni despreciable, ya que es válido que cada quien trabaje con su dinero, y lo haga productivo y rentable. Si alguien le presta dinero a otra persona para abrir un negocio y a final de cuentas el negocio prospera y logra ganar mucho dinero, ¿por qué no habría de darle una tajada a la persona que le ayudó en un principio?. Aquí es en donde la Torá advierte que con un hermano uno va más allá de ésto, y no debe pensar en el negocio sino en la ayuda en sentido puro. La mayor ganancia del que presta es ver cómo su consanguíneo se levanta y se recupera gracias a su ayuda.
Es interesante este último análisis de Abarbanel y más si lo contextualizamos en su tiempo histórico: Viviendo él en una España oscurantista y retrógrada, donde los incesantes ataques a los judíos partían de acusarles, entre otras cosas, de prestamistas usureros, estas cuestiones de la Torá exigían respuestas claras y directas.
El modo fresco y lógico en que este estratega plantea el tema quinientos años atrás, resulta especialmente vigente en el mundo capitalista de hoy, cuyo motor financiero tiene por base los sistemas de crédito, de hipotecas, y el sistema bancario en general, de los que nos habla en esta parashá Abarbanel.