Reglas para una discusión en aras del cielo

Reglas para una discusión en aras del cielo

En nuestro capítulo hay una advertencia acerca de no ser como Koraj y su congregación. Pues entonces, ¿cómo es posible mantener una discusión en aras del cielo? Se pueden recomendar dos reglas que pueden dar cuenta de la pureza de las intenciones y de que efectivamente, la discusión es en aras del cielo.

Parece que se pueden formular por lo menos dos leyes religiosas básicas concernientes  a la discusión, y que ellas caracterizan también a la discusión que se mantiene en aras del cielo.

La primera de ellas es la forma en la que cada una de las partes representa a la otra. Una de las técnicas más horribles en el desarrollo de una discusión, es la de presentar a la otra parte de un modo grotesco, ridículo, cínico y ofensivo, y todo para que sea fácil de ser atacada. Aquel que lo hace, deja en evidencia que no tiene intención alguna de basarse en la Torá verdadera, y su único cometido es el de vencer y salir airoso en la discusión, motivo por el cual se permite utilizar todas las  herramientas repudiables posibles. A diferencia de ello, cuando la persona presenta a la otra parte con rectitud y fidelidad, tal como lo hace el segundo, da testimonio de que él mismo pretende la verdad. Este paso de anticipar los conceptos del otro a sus propios conceptos, no solamente como una mera expresión formal, sino a partir de la voluntad de ser preciso y de mostrar que la verdad se halla en su testimonio, no impide que una persona esté totalmente en desacuerdo con la otra.

La segunda herramienta destacada en la discusión en aras del cielo, está relacionada con la capacidad de distinguir entre una postura incorrecta y una postura que no es legítima. Entre nosotros hay muchos que sostienen que si al entender de ellos una determinada postura es incorrecta, la misma se convierte también en ilegítima. Una de las Halajot (leyes religiosas) de la discusión es la capacidad de distinguir entre ambas, y profundizar la brecha entre los dos conceptos. Al profundizarse la brecha, descubrimos que la discusión no se encamina (navega) rumbo a la fragmentación y la ruptura, salvo algunas excepciones. A diferencia de ello, cuando cada postura se convierte inmediatamente en una posición que niega la legitimidad del otro que está en disenso, no sólo que profundiza los abismos de fuego y caemos en un pozo profundo, sino que también es un testimonio de que no se trata de una discusión en aras del cielo, ya que así nos ha enseñado el Soberano del mundo “todas estas cosas”, y no nos ordenó sostener que cuatro medidas de nuestro cerebro reducido contienen toda la verdad.

Y si nos atenemos a estas dos reglas de la disputa-seremos bendecidos por la energía y la grandeza de la divergencia, y no por la destrucción que la misma puede llegar a ocasionar.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio de la Academia Rabínica "Orot Shaul".

 

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