El episodio de la construcción del altar por las dos tribus y media volvió a demostrar la importancia del compromiso de todo el pueblo de Israel para el cumplimiento de la alianza con Dios.
A raíz de la construcción del altar en el Iardén (Jordán), por los hijos de Gad y los hijos de Reubén, los hijos de Israel se ven conmocionados y envían a Pinjas hijo de Eleazar el Cohen junto a diez dignatarios, a fin de esclarecer la razón de la construcción del altar.
Uno de los argumentos que surgen a partir de sus conceptos es: “¿Acaso no fue solo Aján, hijo de Zeraj, quien cometió prevaricación con el anatema, mas sobre toda la congregación de Israel cayó la ira Divina? y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad” (Capítulo 22, versículo 20)
La mención del pecado de Aján en esta situación refiere a la responsabilidad mutua que tiene todo el pueblo de Israel por el pecado del individuo y más aún por el pecado de la comunidad. El acto de una persona puede influir sobre todo el pueblo (como hemos visto que el pecado de Aján tuvo un significado público, y por consiguiente el pueblo fue castigado y fracasó en la guerra contra Hai).
Por consiguiente, el individuo debe asumir la responsabilidad y ser sumamente cuidadoso de no perjudicar a la comunidad, y por otra parte-la comunidad debe asumir la responsabilidad de las acciones individuales, debido a que las mismas tienen un sentido público.
Sin embargo, el contexto general del episodio de las dos tribus y media, y por el otro lado, el episodio del pecado de Aján, plantean una vez más el compromiso de todo el pueblo de Israel con el pacto entre Dios y el pueblo, que es un tema central a lo largo del libro. Esta idea central es enfatizada particularmente en el episodio del pecado de Aján por la responsabilidad de la comunidad por el acto del individuo, y por el nexo entre el pecado y la derrota aplastante en Hai que se origina como consecuencia de la salida a la guerra de un segmento chico del pueblo, hecho que fue reparado en el relato de la segunda guerra contra Hai.
También el episodio de las dos tribus y media, al aparecer por vez primera en el libro Bamidbar (Capítulo 32) y su repetición a lo largo del libro Yehoshua, hace hincapié en el compromiso de la comunidad para acatar la palabra de Dios. Cuando todo parecía indicar que las dos tribus y media se desviaron y perjudicaron el pacto, quedó claro que precisamente su responsabilidad hacia la pertenencia colectiva con el pueblo orientó su conducta, y nuevamente quedó demostrado que las dos tribus y media son una especie de ejemplo de la responsabilidad pública y la escucha atenta de la palabra de Dios.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj.
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”.