Nuestro capítulo es el que cierra el libro Devarim, y el que relata acerca de la muerte de Moshé.
Como consecuencia de la orden de Dios en el capítulo 32, Moshé asciende al monte Nebó y allí contempla toda la tierra: “y le hizo contemplar Adonai toda la tierra, el Guilád hasta Dan. Y todo Naftalí, y la tierra de Efraim y de Menashé, y toda la tierra de Iehudá hasta el mar occidental. Y el Néguev y la llanura, la quebrada de Ierejó, la ciudad de las palmeras, hasta Tzoar” (Versículos 1-3). A pesar de que fue dicho que Moshé fue sepultado en el “monte Nebó”, ninguna persona sabe (hasta la actualidad) el lugar de la sepultura de Moshé.
Los hijos de Israel lloran la muerte de Moshé durante treinta días, y a partir de ahora, el líder del pueblo es Iehoshúa Bin Nun. La Torá concluye con un elogio a Moshé “pero no surgió profeta más en Israel, como Moshé, a quien se le había manifestado Adonai, rostro a rostro” (Versículo 10).
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