David se asienta en Keila (Versículos 1-5)
Keila es una ciudad en la llanura de Iehudá, y cuando David escucha que la misma es atacada por los Pelishtim (filisteos), le consulta a D-s si debe salir en defensa de ella, en contra de los pelishtim. La respuesta es positiva-“Ve, golpea a los Pelishtím y libera a Keila“ (Versículo 2). David golpea a los filisteos y salva a la gente de Keila.
El temor a la extradición de David por parte de la gente de Keila (Versículos 6-12)
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Shaúl escucha que David se halla en Keila, y David solicita a Eviatar que le traiga el Efod, el pectoral. Nuevamente, David le pregunta a D-s y en esta oportunidad, él averigua si es que la gente de Keila habrá de extraditarlo. D-s le aclara a David que efectivamente, la gente de Keila lo extraditarán a manos de Shaúl,y por ende, debe escapar.
David se asienta en las fortalezas (Versículos 13-15)
David huye al desierto de Zif. A diferencia de su padre, que no logra dar con David, Yonatán logra ubicarlo con facilidad. Yonatán llega al encuentro de David y lo fortalece. David y Yonatán vuelven a sellar un pacto, pero el episodio no culmina aquí.
La extradición de David por parte de la gente de Zif (Versículos 19-24)
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Al igual que la sospecha surgida con la gente de Keila, también la gente del desierto de Zif se muestra como leal al rey Shaúl. Y le transmiten la ubicación precisa de David. Shaúl bendice a los habitantes de Zif: “Y Shaul dijo: Benditos seáis para el Señor, porque os apiadasteis de mí” (Versículo 21). Luego de que los residentes de Zif le cuentan esto a Shaúl, él llega con sus soldados para apresar a David, pero no lo logra. El que salva la situación es un ángel Divino que le advierte a Shaúl acerca de una guerra con los pelishtim, lo que ocasiona que (por ahora) lo deje a David en paz.