Solo pocos tienen el mérito

Solo pocos tienen el mérito

Engrandecí mis obras, mi sabiduría me perduró y también disfruté, pero todo esto se desmoronó frente a la inevitable muerte y dio lugar a un profundo desaliento, y así surgió una solución intermedia 

Hay en la Meguilá, en el libro Kohelet, dos estilos linguísticos: “Yo soy Kohelet”, que  habla en primera persona, y un vocero que habla en segunda persona: “Cuida tu pie cuando hayas de encaminarte a la casa de Elohim”(Capítulo 4, versículo 17); “Pues a Elohim habrás de temer” (Capítulo 5, versículo 6); “No te precipites con tu espíritu para encolerizarte” (Capítulo 7, versículo 9); “Suelta tu pan sobre la faz del agua” (Capítulo 11, versículo 1) 

A primera vista, se podría determinar que hay dos voceros en la Meguilá: el “Yo” “completo” (¡Shlomó!), pero que se desalienta ante la muerte, que pone en duda todos los actos de la persona y su sabiduría, y frente a él, un consejero sabio y perspicaz, que conduce en forma paulatina al “final de todo”; pero una mirada más profunda, revela mucho más que una voz de cada género, ya que a veces el “yo” actúa, a veces reflexiona y a veces desea tener placer, mientras que aquel que habla en segunda persona, a veces, prioriza la sabiduría, que establece un “equilibrio adecuado” también para el temor reverencial: “Es mejor que hayas de asirte en esto y que también de esto no dejes tu mano, ya que el temeroso de Elohim ha de cumplir con todos” (Capítulo 7, versículo 18), pero inmediatamente después, se desalienta y hace lugar para el temor reverencial: “Todo esto lo he experimentado con la sabiduría; pensé: voy a ser sabio, empero ella está lejana de mí; Lejano está lo que ha sido; y profundo, profundo, quién lo habrá de hallar?” (Capítulo 7, versículos 23-24). En los últimos dos capítulos, (11 y 12) enmudece y desaparece el género del “yo”, pero el vocero ya no enarbola la sabiduría sino el temor reverencial, solo ese temor puede manifestar algo ante la muerte.  

A partir de todo esto, se consolida en mí la conclusión, de que hay cuatro voces en esta discusión: “el que se esfuerza”, “el sabio”, “el hedonista”, y frente a ellos aparece en l transcurso de la discusión (programada) la voz del temeroso de Dios, que finalmente queda solo frente a la muerte.  

La colocación de todos los valores en la prueba frente a la muerte, y qué habrá de hacer “con todo mi esfuerzo y sabiduría   el “hombre que estará en pos de mí” (Capítulo 2, versículo 18), es una de las evidencias de una estructura planificada, donde la muerte está presente del principio al fin; al principio domina el género del “yo”, y con él, el desaliento, la desesperanza, y finalmente, precisamente en la descripción de la agonía y la muerte, desaparece el “yo” y se impone el género de la segunda persona junto con el temor reverencial. 

El “yo” “completo” (¡Shlomó!) en sus tres dimensiones (según los personajes)- “También he engrandecido mis obras…”pero mi sabiduría me perduró…”y también disfruté de “todo lo que habían pedido mis ojos…” (Capítulo 2, versículos 4-10), se desmorono frente a la inevitable muerte y se sumió en una profunda desesperanza-así surge una solución intermedia al final de la contienda (capitulo 2, versículo 24), de conformarse con poco, comer y beber, y brindarle un espacio al alma para contemplar “lo bueno de su esfuerzo”-pero el sabio dice, que son pocos los que tienen ese mérito, ya que es un regalo de Dios”. 

Los conceptos son citados del libro” Yo soy Kohelet-un coro de voces con una figura”, de Ediciones Maguid.  

Gentileza sitio 929.

 

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