Un momento de hebreo en Kohelet, capítulo 7

Un momento de hebreo en Kohelet, capítulo 7

En el capítulo 7 del libro Kohelet, aparecen algunos refranes conocidos:

“Es mejor el renombre que el óleo bueno, así corno el día de la muerte que el día de su nacer” (Versículo 1)

El buen nombre, la reputación de la persona, es más importante que un buen aceite. Es decir, las cosas valiosas, la riqueza, son menos importantes que el buen nombre de la persona.

"Es mejor el final de la cosa que su comienzo, es mejor el de espíritu paciente que el altivo de espíritu"(Versículo 8)

El final es mejor que el comienzo, ya que en el inicio aún no sabemos qué es lo que finalmente sucederá (Por cierto, que se refiere a un hecho que tiene un final feliz…)

En el hebreo moderno, se utiliza este refrán para elogiar a una persona que logra concluir una consigna que inició:

“No seas justo en demasía, ni tampoco hayas de ser sabio en exceso, ¿para qué habrás de estar desolado?” (Versículo 16).

Este versículo expresa el desaliento en referencia a la sabiduría y a la justicia en exceso: visto y considerando que los actos del justo no son un amparo para las calamidades que asolan el mundo, pues, ¿para qué perseguir la justicia? Y no te ocupes  demasiado del estudio de la sabiduría, ya que la misma tampoco garantiza el éxito en la vida (Comentario del Daat Mikrá) (No obstante, cabe señalar que en los próximos versículos, Kohelet contradice esta postura).

En el hebreo moderno, se utiliza este refrán en un sentido algo diferente: uno no debe sobreestimar el hecho de ser justo en exceso, el materialismo excesivo y el ascetismo exagerado

“Pues hombre no hay justo en la tierra, que haga el bien y no haya de errar” (Versículo 20).

Si dijeras: a veces ocurre que el justo se pierde en su justicia, ¿y por qué no se salva por ello? A este interrogante, responde Kohelet que no hay un justo devoto y completo que haga solo el bien, y aun si desaparece el pecado, por ese pecado cometido es castigado (Comentario del Daat Mikrá).

En el hebreo moderno, este refrán sirve como una frase que indica que no es posible hallar una persona totalmente íntegra. Toda persona es propensa a cometer ese pecado u otro.

 

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