Una heredad de santidad

Una heredad de santidad

Al final del episodio del asentamiento figura el capítulo destinado a otorgarle un aspecto de santidad a todo el episodio de la división de la tierra.

 

Al igual que la tribu de Shimón, y en forma paralela a la bendición-maldición de Iaacov, la tribu de Leví no recibe heredad sino solamente ciudades, y a diferencia de la tribu de Shimón, sus ciudades están esparcidas por toda la tierra. Incluso los Cohanim, un grupo sumamente reducido dentro de la tribu de Leví, fueron divididos entre las heredades de las tres tribus (a pesar de que todas se hallan en las ciudades del futuro reino de Iehudá). Dicha distribución fue escrita en una forma un tanto festiva. Comienza con la demanda de recibir una heredad al igual que la exigencia presentada por Caleb en nombre de la tribu de Iehudá en el capítulo 14. Esa exigencia dio inicio al episodio del asentamiento en general, y esta exigencia la cierra. Ambas mencionan las promesas desde tiempos de Moshé y la errancia por el desierto, y así ubican al asentamiento en un marco claro, de continuidad y conclusión. A pesar de la pereza vista en el proceso del asentamiento en el capítulo 18, el texto bíblico opta por abrir y cerrar con una motivación positiva que solicita asentarse en la tierra prometida.

 

La división de las ciudades de los Leviim es esquemática, cuatro ciudades por tribu, sin tener en consideración la dimensión de su heredad, incluyendo a las ciudades de refugio que ya fueron divididas en el capítulo anterior.

No cabe duda que este capítulo, que fue elegido para cerrar el capítulo del asentamiento, tiene el propósito de conceder un aspecto de santidad a todo este capítulo de la distribución de la tierra. Tras la distribución de las ciudades para el establecimiento, fueron tomadas seis de ellas para ser utilizadas como ciudades de refugio, y de esta forma la tierra vuelve a unificarse en el marco del juicio de la congregación y el Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote, a fin de colocar al juicio en su lugar y evitar injusticias; y finalmente son tomadas otras cuarenta y dos, y de ese modo cada tribu realiza su aporte para el servicio a Dios.

 

Esto reafirma la tendencia de todo este libro: el retorno a la vida normal, en la cual el individuo y la tribu asume la responsabilidad de su vida, pero recuerda a su Dios en todos sus caminos.

 

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Gentileza del sitio 929

 

Volver al capítulo