No obstante, la Teshuvá, el retorno al camino de las buenas acciones de la gente de Ninvé fue sincera, sin embargo, la misma fue infantil. Su meta era la de evitar el castigo, y por consiguiente, existía cierta posibilidad de que no tuviera asidero.
La Teshuvá de la gente de Ninvé no fue solamente una expresión, sino en sus corazones y acciones, e impresiona claramente la sinceridad que se infiere de ella. Pero debemos detenernos en el móvil de esta Teshuvá. La creencia en la cólera omnipotente de D-s, es el móvil exclusivo de sus acciones. La inminente destrucción concita toda la atención, y se debe realizar todo a fin de evitarla. El rey exige la plena colaboración de las bestias en todo el proceso de la Teshuvá, del retorno a la buena senda, y esto indica en forma instructiva acerca de la razón de la Teshuvá: es el instinto de vida el que actúa aquí, y nada más; dicho instinto existe en las bestias, no menos que en las personas, y sienten la necesidad de defenderse del mal. Pero así como no se les puede exigir a las bestias discernir entre el bien y el mal, del mismo modo, la gente de Ninvé no hace Teshuvá a partir de un reconocimiento moral, sino como un modo de supervivencia. Por cierto, este móvil alimenta la falta de estabilidad de la Teshuvá, ya que visto y considerando que no hay aquí una internalización del valor del bien propiamente dicho, y el mismo actúa como un medio para la salvación, he aquí que tras la desaparición del peligro, todo puede volver a ser como antes.
La asombrosa rapidez de esta Teshuvá sincera, que contempla al rey y a todos los ciudadanos, e incluso la total participación de las bestias en el proceso, todo ello alude a la clase de sinceridad referida: se trata de la sinceridad de una Teshuvá infantil. El niño que se arrepiente por lo realizado, actúa así en ese instante auténticamente, genuinamente; pero ello no le impedirá retornar después a los mismos actos, muy fácilmente y con la misma ingenuidad. La falla en la Teshuvá de la gente de Ninvé, no radica en su honestidad, sino en la cuestión de su estabilidad. La forma en la que en un momento se transformó el sentimiento de todas las personas de la ciudad, del mal absoluto al bien absoluto, no hay duda alguna que efectivamente eso puede suceder en el futuro-en un sentido contrario.
A pesar de que los actos de la gente de Ninvé proyectan honestidad y sinceridad de niños, el alma de Ioná es un alma adulta; y este juego continuo que se da en el mundo, en el cual las personas se dirigen a D-s, única y exclusivamente por el inminente castigo, y cuando ese peligro se disipa, con el tiempo, vuelven a sus actos anteriores-este juego es intolerable para él, ya que no tiene propósito alguno. La historia humana no avanza en una línea de desarrollo conforme a esta costumbre, sino que la misma gira en círculos, una y otra vez. El profeta no le adjudica a esto sentido alguno, y es solo producto de la desesperación.
Editado por el equipo del sitio de Tanaj, de la publicación “Megadim”, de Ediciones Tevunot.