Ahora se acerca el momento en que el alma de Shelomó se va a apartar definitivamente de su cuerpo, para unirse a su amado para siempre, alude al día de su muerte que se acerca y es por eso que esta vez todas las Benot Yerushalaim están dispuestas a ayudar a la amada a encontrar a su amado.

Dice que su amado ha descendido al jardín a Su cantero en donde crecen Sus flores predilectas, a recoger azucenas, es decir a recoger el alma de Shelomó.

El alma de Shelomó se entrega completamente a su Creador, a su amado. Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Shelomó entiende que el mayor bien para su alma es Dios.

Y denomina a Dios como pastor entre las azucenas pues Dios es el que cuida las almas más preciadas, como dice en Salmos, 145:20: “Cuida el Eterno a todos los que Le aman” o aquel otro salmo del Halel que dice: “Preciada ante Dios es la muerte de Sus piadosos”.

Como dijimos antes, aquel que quiere acercarse a Dios, entonces Él se acerca a ellos, los cuida y los protege así pueden seguir aproximándose y apegándose a Dios.

Ahora Dios le responde que ella es hermosa y se refiere a ella como Su compañera, tal como lo hizo la primera vez.

Cuando dice: “ Tirtzá ” puede estar refiriéndose a la ciudad de Tirtzá, que era una ciudad muy linda o puede hacer alusión al vocablo hebreo: “ Leratzot ” que quiere decir acepto, se refiere a que Shelomó fue perdonado y sus actos aceptados.

Describe al alma de Shelomó, bonita como Jerusalem, que era la ciudad principal, llena de lujo y sabiduría. Un alma especial, con un conocimiento tan sagaz que hace atemorizar a los que están frente a ella.

Este y el próximo versículo ya fueron dichos en el capítulo 4: 1 y 2. El motivo por el cual los repite ahora, es para destacar, que a pesar que el alma de Shelomó en determinado momento no estuvo tan apegada a Dios como al principio, al final de sus días [1] Dios lo perdona y lo vuelve a tener en su cercanía.

Tal como dijimos anteriormente en el versículo 1 del capítulo 4, al relatarnos acerca de los cabellos de la amada, hace analogía a que los cabellos crecen desde el interior de la piel de la cabeza y salen hacia fuera. Simbolizan el fruto de los pensamientos, la sabiduría producto de la meditación. Y nos dice que se asemejan al rebaño que baja del monte Guilad, el rebaño que al bajar pasa por sobre las malezas éstas van peinando el pelo del rebaño y lo estira. Así ocurre con los pensamientos de Shelomó producto de las distintas vicisitudes de la vida, están peinados y estirados, es decir, bien ordenados y arreglados correctamente.

También esto ya lo explicamos en el versículo 2 del capítulo 4, los dientes, son los utensilios que utilizamos para masticar y digerir la comida. Así, todas aquellas sabidurías y conocimientos adquiridos, fueron bien masticados y digeridos.

La analogía es que, así como las ovejas suben del lavadero, limpias, una vez que les fue quitado toda la suciedad, así también los pensamientos fueron masticados y analizados desde una perspectiva clara y limpia de impurezas, para sacar máximo provecho de ellos.

Desde el momento en que Shelomó recibió la reprimenda por parte de Dios, el alma de Shelomó no dejó de implorar, rogar y pedirle a su amado que la perdonara. Día a día, sus ojos se elevaban a Él, suplicando que no se apartara, hasta que finalmente Dios no desoye sus pedidos, ni rechaza las acciones de Shelomó y lo absuelve.

Es por eso que, alegóricamente, Dios le dice que deje ya de elevar su mirada hacia Él, porque con su perseverancia, rezos y acciones correctas, no podrá dejar de perdonarle. Algo similar a lo que ocurrió con Moshé, que rogaba a Dios para que lo deje entrar en la tierra de Israel, hasta que Dios le dijo que deje de rogar por ello, el Midrash nos cuenta que si Moshé hubiera implorado una vez más, no le habría podido rechazar su entrada en la tierra de Israel.

Y lo que expresa al final de este versículo, es similar a lo que ya dijo antes cuando describe a su amada en 4:2 y 3 y la explicación es similar a la que allí dijimos.

Las reinas y las concubinas son las que sirven a los reyes, y tal como antes dijimos en 1:15, se refiere a todas las ciencias, facultades y fuerzas naturales que sirven de instrumento al alma para captar a Dios.

Algunas de estas ciencias y conocimientos son más importantes y básicas, que deben estar constantemente en la mente, es por eso que las denomina con un estatus mayor: reinas .

Hay otros conocimientos cuyo rango es menor y son útiles en determinadas circunstancias, pero que igualmente deben estar en su dominio, es por ello que las designa: concubinas .

Otros conocimientos y astucias que asisten al sabio, a ellas las llama: doncellas y son innumerables.

Se refiere a que la parte del alma que es la que trasciende la vida, es única.

A pesar que, mientras está en el cuerpo, el alma cumple distintas funciones, solo un aspecto de ella es el que sobrevive y perdura. Este aspecto es aquel que estaba en contacto con Dios, el que captaba y percibía a Dios, todo el resto desaparece. Es por eso que dice que Su paloma, que es fiel, aquella que no tiene ojos sino para Dios, es única, esto es lo que la hace especial, es la capacidad de captar las verdades supremas.

Nos dice que es única para su madre, pues cada ser humano, cada cuerpo está compuesto por un alma que tiene varias funciones, solamente una parte de ella es la que tiene la capacidad de apegarse a Dios y trascender; por eso dice que es única para su madre.

En este caso, el cuerpo es la madre, la que da origen o engendra a esta capacidad y solo esa facultad del alma es la que tiene esta capacidad de captar a Dios, ninguna otra facultad la posee.

Las demás fuerzas o facultades del ser humano coinciden en que esta capacidad de captar a Dios es la más suprema, la más elevada y sublime que posee el ser humano, es lo que en lenguaje filosófico se llama “ la forma ”, la que lo hace trascender y la que lo hace diferente a las demás criaturas.

Las reinas y las concubinas que son las que sirven al rey, la alaban; se refiere a todas aquellas fuerzas que se dedican a servir a esta parte del alma que será la que subsista a la muerte.

Ahora las demás fuerzas del alma, las que otrora tenían encarcelada al alma de Shelomó; son precisamente ellas las que se asombran por la magnitud y belleza que alcanzó el alma de Shelomó durante su vida y que ahora, en el momento de su muerte, cuando comienza a salir del cuerpo que la tenía aprisionada, ese alma, se muestra en su plenitud.

Es por eso que exclaman: ¿ Quién es la que se asoma como la mañana, hermosa como la luna, deslumbrante como el sol y con un conocimiento sagaz que hace atemorizar a los que están frente a ella?

La mañana es el final de la noche, pues ahora comienza otra etapa en la vida del alma, hasta ahora estaba encerrada y tanteaba entre las tinieblas de la noche para poder captar y apegarse a Dios en un mundo tan materialista y lleno de obstáculos.

La luna, es aquella que más brilla en la noche, pero no posee luz propia, sino que refleja la luz que recibe del sol, así ocurre con el cuerpo en este mundo, no es que vive por sí mismo, sino que vive y se mantiene por el alma que representa el sol.

Ahora que el alma sale del cuerpo, es como el sol, que brilla por la magnitud de sus méritos y por la captación y apego a Dios que logró.

Entonces, una vez que el alma de Shelomó está en su esplendor, sin las limitaciones ni las ataduras del cuerpo; rodeada de sus méritos y acciones virtuosas que realizó durante su vida, es cuando se puede apreciar en toda su plenitud y observar que es muy fuerte y su imagen es impactante y no podrán derribarla fácilmente, pues posee muchos escudos. Se refiere a que, en el día del juicio, no podrán derribarla fácilmente, pues posee muchos méritos.

Ahora es el alma la que contesta que ha salido para ver el huerto de las nueces, las verdes plantas del valle, la vid que brotaba y los granados que habían florecido. Es decir, el alma pasa por toda su vida, trata de ver debajo de esas duras cáscaras donde pueden esconderse frutos; las plantas que habían florecido, tal como dijo antes en 2:12, aquellas semillas que había sembrado y que habían quedado somnolientas, no murieron, sino que echaron raíces y ahora es la primavera, ya asoman los retoños.

La vid, como dijimos representa la profecía y la granada los preceptos. Aquí el alma se va “equipada” con todo lo que sea meritorio, lo que captó en las distintas profecías, junto con los méritos por los actos y el cumplimiento de los preceptos.

En medio de todo esto, el alma de Shelomó es alzada definitivamente de su cuerpo y llevada hasta los cielos.

Dice que fue llevada en un carro, tal como nos cuenta con el profeta Eliahu que fue llevado al cielo con un carruaje de fuego.

Usualmente, en la Biblia, se utiliza la expresión: “ Y se sumó a su pueblo ” para referirse a que murió.

Aun así, muñida de todo el equipaje de méritos propios, el alma de Shelomó, aún posee algo más que la eleva “sin que se dé cuenta”, y esto es que, aun después de que el rey Shelomó haya muerto, todas aquellas personas que estudian sus enseñanzas, y merced a ellas se elevan y se apegan a Dios, entonces eso también es un mérito que gana el alma de Shelomó para sí y se eleva aún más.